Hoy quiero escribir sobre la vida, esa que está llena de altos y bajos.
Una vida que aunque a veces se torne un tanto compleja y difícil de sobrellevar, nunca deja de ser.
Mi vida como la de muchas otras personas, está llena de contratiempos, pero también le sobran momentos de plena felicidad. Son esos instantes los que verdaderamente vale la pena recordar, esos que han sabido dejar a su paso un repertorio de alegrías.
Parece mentira, pero es más frecuente que optemos por recordar episodios desagradables que instantes amenos. No sé si lo haremos por masoquismo o porque simplemente han sido más fuertes y por tal motivo, más difíciles de olvidar. Pero estar atados a la tristeza y a las vicisitudes, no favorece en nada; al contrario, nos sumergimos aún más en la depresión.
¿Por qué si la vida ya es lo suficientemente seria como para agregarle un mayor toque de seriedad, no tomamos conciencia y buscamos la manera de encarar y hacerle frente a los contratiempos que se nos presenten, y a echar por tierra los fracasos, viviendo con entusiasmo?
Con el tiempo he aprendido que es mucho más fácil vivir del presente; que si tengo que mirar hacia atrás y recordar algo, que sea positivo.
Decidí hoy tratar este tema, porque hace algunos días alguien me dijo que se sentía enamorado de la vida.
¡Cielos! Debo reconocer que eso me llenó de gozo y satisfacción, porque al parecer por fin la gente está despertando. Nos estamos dando cuenta que nuestra vida es verdaderamente importante.
Que debemos sentirnos orgullosos y agradecidos diariamente con Dios, por habernos permitido la dicha de respirar, de observar y apreciar la naturaleza y todo cuanto en ella se encuentra.
Me siento agradecida de poder estar aquí compartiendo una vez más lo que siento, lo que pienso y deseo transmitir con todas esas personas que se que me leen.
Lo importante del amor no es sólo sentirlo, sino expresarlo, pero de la mejor manera.
Así pasa con la vida. No basta con estar, con pensar que estamos vivos sólo porque respiramos, es preciso ir más allá.
Es elemental salir a la calle y disfrutar de todo lo que nos rodea, de todas esas personas que están ahí por algún motivo, de esa ciudad que nos ve diariamente transitar.
Disfrutar de lo que hacemos, de lo que somos…
Entiendo que a veces con tantos problemas se hace complicado reír y estar feliz, pero aún así, siempre existen motivos que nos hagan sentir mejor:
Una palabra de aliento, una canción, una fragancia; una palmada en la espalda, un hermoso recuerdo, un gesto, un detalle, una persona especial; o el simple hecho de saber que estamos vivos, que continuamos acá.
¿Acaso no son suficientes razones para llenarnos de alegría, de gozo y de emotividad?
Para estar contentos y agradecidos con la vida sobran motivos, lo importante es encontrarlos y saber apreciarlos.
Darles el valor que merecen, aprender a vivir sin lo que no podemos tener y disfrutar de todas esas cosas que tenemos a nuestro alcance.
Entonces, ¿vale la pena o no estar vivos y enamorarnos cada día de esta vida que aunque a veces nos muestre un rostro no parecido al que quisiéramos, nos sorprende luego con la mejor de sus sonrisas?
¡Compagina con tu vida y disfrútala al máximo!