31 de octubre de 2008

"La vida, una razón"


Hoy quiero escribir sobre la vida, esa que está llena de altos y bajos.
Una vida que aunque a veces se torne un tanto compleja y difícil de sobrellevar, nunca deja de ser.
Mi vida como la de muchas otras personas, está llena de contratiempos, pero también le sobran momentos de plena felicidad. Son esos instantes los que verdaderamente vale la pena recordar, esos que han sabido dejar a su paso un repertorio de alegrías.
Parece mentira, pero es más frecuente que optemos por recordar episodios desagradables que instantes amenos. No sé si lo haremos por masoquismo o porque simplemente han sido más fuertes y por tal motivo, más difíciles de olvidar. Pero estar atados a la tristeza y a las vicisitudes, no favorece en nada; al contrario, nos sumergimos aún más en la depresión.

¿Por qué si la vida ya es lo suficientemente seria como para agregarle un mayor toque de seriedad, no tomamos conciencia y buscamos la manera de encarar y hacerle frente a los contratiempos que se nos presenten, y a echar por tierra los fracasos, viviendo con entusiasmo?

Con el tiempo he aprendido que es mucho más fácil vivir del presente; que si tengo que mirar hacia atrás y recordar algo, que sea positivo.
Decidí hoy tratar este tema, porque hace algunos días alguien me dijo que se sentía enamorado de la vida.
¡Cielos! Debo reconocer que eso me llenó de gozo y satisfacción, porque al parecer por fin la gente está despertando. Nos estamos dando cuenta que nuestra vida es verdaderamente importante.
Que debemos sentirnos orgullosos y agradecidos diariamente con Dios, por habernos permitido la dicha de respirar, de observar y apreciar la naturaleza y todo cuanto en ella se encuentra.

Me siento agradecida de poder estar aquí compartiendo una vez más lo que siento, lo que pienso y deseo transmitir con todas esas personas que se que me leen.
Lo importante del amor no es sólo sentirlo, sino expresarlo, pero de la mejor manera.
Así pasa con la vida. No basta con estar, con pensar que estamos vivos sólo porque respiramos, es preciso ir más allá.
Es elemental salir a la calle y disfrutar de todo lo que nos rodea, de todas esas personas que están ahí por algún motivo, de esa ciudad que nos ve diariamente transitar.
Disfrutar de lo que hacemos, de lo que somos…
Entiendo que a veces con tantos problemas se hace complicado reír y estar feliz, pero aún así, siempre existen motivos que nos hagan sentir mejor:
Una palabra de aliento, una canción, una fragancia; una palmada en la espalda, un hermoso recuerdo, un gesto, un detalle, una persona especial; o el simple hecho de saber que estamos vivos, que continuamos acá.
¿Acaso no son suficientes razones para llenarnos de alegría, de gozo y de emotividad?
Para estar contentos y agradecidos con la vida sobran motivos, lo importante es encontrarlos y saber apreciarlos.
Darles el valor que merecen, aprender a vivir sin lo que no podemos tener y disfrutar de todas esas cosas que tenemos a nuestro alcance.
Entonces, ¿vale la pena o no estar vivos y enamorarnos cada día de esta vida que aunque a veces nos muestre un rostro no parecido al que quisiéramos, nos sorprende luego con la mejor de sus sonrisas?

¡Compagina con tu vida y disfrútala al máximo!

27 de octubre de 2008

“En la lucha por Venezuela”



Esta vez tengo un artículo dedicado a la autoestima; de hecho no es la primera vez que abordo éste tema, pero en esta oportunidad quisiera plantearlo desde otra perspectiva. Primero podemos hablar de la autoestima individual, esa que tenemos tú y yo; aquella que nos permite sentirnos bien con nosotros mismos, entre otras cosas. Existe otra autoestima que se obtiene de la forma de ser y de ver la vida de todo un conjunto.

El venezolano como individuo cree en él, en su trabajo; se traza metas y se esfuerza por alcanzarlas. Esto es cuando hablamos en singular; pero a la hora de pluralizar la cosa cambia, nos vemos como un país sin oportunidades donde muchas veces es mejor no estar, visualizamos a gente floja que vive para ingerir alcohol y para los juegos de azar.

Qué distinto nos iría sin pensáramos de otra manera, si nos diéramos cuenta de que como nación somos grandes, que como pueblo podemos (al igual que como individuos) lograr nuestras metas, que ningún político vendrá a solucionar lo que a nosotros nos corresponde.

Créete en un país donde la gente sea puntual y responsable, donde el “vivo” sea aquel que más trabaje y al que se les reconozcan sus méritos. Sueña con una nación de libertad y oportunidades en la cual el respeto, las leyes y la moral, son comunes normas de vida. Anhela un Estado Soberano gobernado por los líderes justos y nobles, los mejores hombres para el mejor pueblo.
¡OK… Ahora abre los ojos y comienza a trabajar en ello!


16 de octubre de 2008

"Los prejuicios"




Enciclopédicamente, la amistad se conoce como el afecto personal, puro y desinteresado que se tiene hacia determinada persona. Pero actualmente éste término ha perdido credibilidad. Por lo general las personas buscan relacionarse con otras por algún tipo de interés. La sociedad juega un papel fundamental en el marco de esta situación, ya que si bien es cierto que la amistad es importante no sólo para el desarrollo social del hombre sino para su supervivencia, también es cierto que a veces elegimos a nuestros "amigos", no por lo que son como personas, sino por lo que puedan aportar; muy bien lo alude el dicho tan conocido "tanto tienes, tanto vales".
A veces menospreciamos a las personas o simplemente las etiquetamos. El nivel social ejerce un rol importantísimo. A pesar de existir excepciones, lo normal es que una persona de buen status y apellido, se codee con otra de un alto nivel social; es poco frecuente que su amistad, verdaderamente genuina, sea entablada con una persona no reconocida o de bajo nivel social.
Esto se debe a que es más importante lo material, el dinero, el status; que una verdadera amistad, esa que perdura con el tiempo y que aun en la adversidad, cobra mayor fuerza.

Otro generador de disputas entre los hombres de una determinada sociedad, es la que incita el estado. Muestra de ello es la pésima relación que mantienen miembros de un mismo país. En este caso vale la pena mencionar al nuestro. Venezuela siempre ha sido un país libre, hermoso, destacado por su compañerismo, pero cuando se toca el tema de la política, pareciera que fuerzas mayores cobraran vida.

Es justamente ahí cuando vemos a personas que durante años han sido amigos y esa amistad se ve fracturada por diferencias de opiniones, incluso; familias en guerra porque difieren de la inclinación política de los otros. Resulta difícil comprender que Opositores y Simpatizantes del Gobierno merecen la pena convivr juntos y en armonía, porque al fin y al cabo todos somos Venezuela.

Nuestra sociedad es prejuiciosa. Y cuando hablo de prejuicio no sólo me refiero al negro y al blanco, ni únicamente al pobre y al rico; sino también al homosexual, al comunista, al fascista, al chavista, al de la oposición, al cristiano, al pagano, al rockero... En fín, el mundo está acostumbrado a tildar de impropio a todo aquel que no esté dentro de los parámetros de la sociedad.

Como es notorio, a veces juzgamos a ciertas personas por el hecho de ser diferentes.
¿Y qué? El mundo es mejor gracias a que muchas personas se destacaron por sus peculiaridades. No podemos conseguir amistad ni relación verdadera y auténtica si vivimos fingiendo ser lo que en realidad no somos.

La amistad no nace de la igualdad,
sino del respeto y del cariño hacia la identidad del otro...