18 de marzo de 2009

"Aguardando en la penumbra"


En el interior de una habitación se escucha el llanto de quien pese a sus esfuerzos, no logra romper los lazos que la hacen presa de tanto sufrimiento.
Se aprecian también constantes muestras de cobardía, de ese que suplanta una caricia por golpes y aniquila la bondad y la alegría, derrochando su poder a borbones, sin piedad.
Y se evidencia además el temor inmenso y difícil de ocultar, de quienes indefensos, sin mucho para ayudar; el vaivén de gritos y golpes, tienen que presenciar.

Una lágrima que rueda, un odio que se acrecienta; mil motivos de sobra para huir y saltar la cerca.
Sin embargo, ¿qué te retiene a mantenerte? ¿Qué es lo que te impide mirarle fijamente?

En qué momento de la vida, decidiste darle espaldas a la alegría y aferrarte a ese inmerso de cobardía, que no te ama, te lastima; que no te riega, te marchita.
Que pudiendo llenarte de amor, en cambio se crece en tu dolor y a los que aún viniendo de sus venas, también les infunde temor.
Lo sé mujer, es fuerte, es poderoso y sólo temes entre sollozos.

Comprendo que te aterre gritar a la humanidad que eres una de tantas mujeres, que esperan sin fuerzas el látigo y el grito que les quema, en su desván.
No te culpo, tu inocencia y fragilidad sólo me inspiran esperanza y compromiso, pues bajo tu estela y tristeza se oculta la valentía de una madre, que pacientemente reza por el momento preciso, de al tirano hacerle frente y enviarlo con su incapacidad de humanidad a un oscuro precipicio.

Y qué decir de él, que en vez de llenarte de amor y valorarte, es causante de tanto desastre.
Yo sólo sé que en un infierno como ése, es mejor no habitar, que para vivir bajo tanto sufrimiento, es preferible no estar pero aférrate a la vida, hazlo por ti, vuela en libertad...

¡BASTA YA DE TANTO MALTRATO!